En 1927, Roberto Arlt periodista y ya escritor, cubre un hecho policial para el diario Crítica: el suicidio de una sirvienta inmigrante, que lo impacta de manera especial. Arrojada a las vías del tren, es la viva imagen de la desesperanza. Más tarde, escribe "Trescientos millones" -su primera obra teatral-, poniendo la lupa en aquella mujer, explotada y abusada en la casa donde servía, aquella joven que poco antes de su muerte, sueña que es acreedora de una fortuna que pone a su alcance lo que nunca pudo tener. En 1932 vendrá el estreno, bajo la dirección de Leónidas Barletta en el entonces Teatro del Pueblo, ubicado en la calle Corrientes.
A más de 90 años de aquella puesta exitosa, otros teatristas se sumergen en el universo arltiano y nos entregan Pajarita, pensada solamente para una actriz y un actor. Ella es Sofía y grita un dolor ancestral: el hambre de tantas cosas... Su cansancio y enfermedad le agregan años a su juventud. Él es -entre otros personajes- un constructor de sueños y, como tal, porta sobre su cuerpo, herramientas para edificar el andamio que la aleja definitivamente, de un carrito de supermercado, hasta ahora, su instrumento de supervivencia y refugio nocturno.
Cuando Lorena Szekely, en una lograda y visceral interpretación, habla de sus necesidades, nos habla a los espectadores y es imposible no sentir su angustia desde la platea. Nos interpela a todos desde una huella que viene de muy lejos -lastimosamente vigente de la realidad argentina- y que nos acerca Guillermo Parodi, autor de la reescritura de la obra y, a la vez, director. Por momentos, es muy posible percibir la puesta como a aquellas "Aguafuertes" del autor, esos relatos con figuras y lugares que aparecen y se esfuman, casi fotográficamente. Por cierto, todo un homenaje.
Pablo Mariuzzi tiene la maravillosa y desafiante tarea de componer a muchos personajes, algunos propios de la obra -Rocambole, facilitador de la suma millonaria que lanza a Pajarita a su viaje por el mundo-; la muerte escalofriante; el demonio, con su mirada aterradora; la reina bizantina, exquisita; el galán- y otros paridos por la nueva versión, en línea con lo onírico y fantasmagórico de la atmósfera arltiana. La escenografía, vestuario y música nos sitúan en ésta. De manera imponente, el actor nos conduce a ese sueño donde vemos a Sofía idealizarlo, La transformación en escena en esta multiplicidad de personajes, lo coloca en una actuación francamente magistral. Mientras tanto, Pajarita conoce el sonido del mar, siente su espuma, toca la arena, la inunda el sol. La sirven como a una reina. Al fin, trocó el rol. En este punto, la escena alcanza una intensidad alta: Mariuzzi la sirve; el actor está detrás de una máscara, puesta al revés. De espaldas al público, camina y se acerca a Sofía. Su figura, con ropaje excéntrico, como corresponde al personaje, dibuja ondulaciones, su voz opera en otro registro. Es una imagen que nos permite entender mejor donde estamos. Luces, sombras, oscuridad y proyecciones que titilan, van también por el mismo carril; son señalamientos que nos contienen en el espacio onírico que expectamos.
Como en el texto original, Pajarita encuentra a un galán, pero de los años 70: Rolando Rivas -aquel personaje de televisión escrito por otro constructor de ficciones, Alberto Migré, todo un ícono popular y porteño, que era capaz de detener por un rato, la cotidianidad de los argentinos-. Sobre el escenario -campera de cuero roja para el actor-, gira el disco, con el bandoneón que alude al tango Taxi mío, y Sofía... se enciende.
Cada tanto, la heroína tose. El sonido de una campanilla (que refiere al llamado a una empleada doméstica) marca el borde entre la fantasía y la propia realidad. ¿Será que además, nuestro personaje tiene la suficiente autonomía como para soñar despierta? Pajarita ríe y danza. Da pelea. La versión le da licencia para cambiar su historia y la actriz se luce en su salto interpretativo.
Lorena Szekely y Pablo Mariuzzi nos deparan memorables actuaciones, en un trabajo de dirección que los escucha en sus capacidades expresivas. La conmovedora dupla -en la ficción como en la vida- pone el cuerpo para estampar personajes difíciles de narrar. El espectador tiene que poder "soñarlos", creerlos. Están ahí para despertarnos de un largo sueño, para que miremos aquello que tanto nos duele. La voz de Teresa Parodi trae la luz y las alas imperiosas para nuestra Pajarita. Hoy, como ayer, la piedad y la conciencia se instalan en el emblemático Teatro del Pueblo. ⧫
👏 INEVITABLE
Por Patricia Lanatta
➤VIERNES DE JUNIO, 20 h.
➤TEATRO DEL PUEBLO
(Lavalle 3636)
➤ENTRADAS👇
➥PAJARITA
Dramaturgia/ Guillermo Parodi
Intérpretes/ Lorena Szekely y Pablo Mariuzzi
Trabajo corporal de actores/ Sofía Balivé
Diseño de vestuario/ Jorgelina Herrero Pons
Realización de vestuario/ Tití Suárez, Jorgelina Herrero Pons
Diseño de escenografía/ Fernando Díaz, Analía Schiavino
Diseño de luces/ Guillermo Parodi, Fernando Díaz
Fotografía y diseño de imagen/ Mariana Melinc
Fotógrafo/ Carlos Vizzotto
Diseño gráfico/ Mariela Segado
Composición y producción musical/ Juan Pablo Martini
Músicos intérpretes/ Juan Pablo Martini (piano),
Nicolás Lastra (bandoneón), Martín Elter (violín)
Canciones en off/ Guillermo Parodi, Teresa Parodi
Asistencia de dirección/ Lucas Soriano
Dirección/ Guillermo Parodi
Prensa/ Paula Simkin
/Segunda temporada/
➥Obra seleccionada para la Fiesta del Teatro de CABA, INT
Premio Estrella de Mar:
Categoría actor de drama
Dos nominaciones del galardón para actriz de drama y drama
Premios ACE:
Mejor actor y mejor espectáculo alternativo
Dos nominaciones por mejor actriz y mejor director