LA HISTORIA DEL TEATRO DESDE EL MÁS PURO CLOWN
Un
trío de actores, apasionados por el teatro, ensayan obras y estilos a partir de un dispositivo singular que apela a un lugar de juego: un
escondite, acaso una buhardilla. A la manera del absurdo, los protagonistas accionan
una palanca y ponen en movimiento ruedas y ventiladores, que arrojan en un buzón
signos. Así de simple, se abre el telón.
Una
pluma es la invitación para introducir a William Shakespeare y el teatro isabelino.
El clásico “Romeo y Julieta” sube a escena: una cartera, ornamentada y puesta
al revés, se convierte en el tocado para el actor que encarna a la joven
Capuleto. Se trata de tiempos donde las mujeres no pueden “por ley” actuar y transcurre
la acción en el balcón entre la codiciada Julieta y el valiente Montesco. Los
clowns Parrilla y Proscenio son los enamorados mientras Bambalina, inquieta y
dispuesta a jugar cualquier papel, interrumpe con diferentes objetos. Un lampazo
puede ser un brioso caballo que la traiga, a puro galope...
Un
pájaro de papel marca el drama de Ánton Chéjov (“La gaviota”). Nuevamente, la
utilería funciona al servicio de todo lo que necesitan estos amigos para
representar la trama y ubicar a la platea en época. Una alfombra de baño de
color rojo, se divide en dos y pronto se transforma en dos típicos gorros rusos,
para los caballeros que se disputan el corazón de Arkadina. Especialmente en
esta escena, resultan muy divertidos los nombres de los personajes. Al nombrarse se genera un idioma postizo -de innegable frescura- que imita el original
y remata el juego simbólico de ‘hacer como si’.
Y
así como los chicos cambian de juegos repentinamente, los clowns también prueban
otros recorridos.
Banderines
multicolores acercan el teatro popular de calle. La
máscara y un estupendo ritmo corporal brotan de los actores para representar el
romance entre Isabella (Clarisa en la versión) y Florindo, sumada la picardía de un astuto criado (Arlequín). Los “innamorati”
en manos de los “zanni”, parodiando estos perfiles característicos de la Commedia dell'Arte. El buzón descubre también,
el mismísimo teatro griego en un pasaje de “Edipo” con su madre. Aparece aquí
un mecanismo ingenioso que representa el coro de la tragedia, a través de una
serie de cabezas articuladas por Parrilla, que abren generosamente sus bocas.
➧Diana Deak |
La
puesta incluye además tres títeres, manipulados por los propios intérpretes, que
duplican cada uno de los clowns y anuncian lo que sigue del relato. Con una
estética sencilla, ponen un ritmo más pausado al juego de tanta prisa por
actuar y ninguna escena donde anclar.
Bambalina
(Virginia Kaufmann), Parrilla (Martín Palladino) y Proscenio (Giancarlo Scrocco)
comparten objetivos. Ninguno predomina sobre los otros, ni es más listo ni más
torpe, simplemente son distintos. Uno se esfuerza por lograr la estética en cada
género y el otro, galanazo y presumido de su rol, va detrás del gran
personaje. Ella insiste en su oficio de actuar, payasa deliciosa si las hay, Kaufmann
gana a la platea desde el primer momento. Hay plena integración entre ellos y
desde ahí, disparan la complicidad hacia el público. Rompen la cuarta pared de
un modo entretenido y amable, sin saturar al espectador con la búsqueda
fatalmente aburrida, de obligarlo a participar cuando la historia no convoca.
Muy por el contrario, salen ocasionalmente a sorprenderlo, pero ocupados
en edificar lo que vinieron a contar: el teatro en el teatro, episodios de la
historia de la escena universal revisitados desde el más puro clown.
Se
percibe en los tres una destreza física palpable y un trabajo profundo en la composición
del propio payaso, que no necesita chalupa ni nariz roja para serlo.
Paralelamente, el vestuario de fantasía, las llamativas pelucas y el maquillaje
completan la estampa.
La
dirección tiene la marca de Cecilia Miserere (Bom, Bim, Bam y Clac!, una
obra de película), ágil a la
hora de acompañar la impronta de cada intérprete con la transparencia del
gesto.
Aquel loco elenco
persigue la mirada del otro a través del juego y se identifica todo el tiempo con el
espectador. Como los niños, los protagonistas abandonan y retoman el pacto de ficción
con las mismas ganas y deseo imperturbables. Sin saber muy bien a dónde van,
construyen solidariamente su andar. No hay mañana, hay juego aquí y ahora. Espectáculo
para toda la familia (niños desde 6 años). ⧫
Opinión: muy buena
_
AQUEL LOCO ELENCO
Autoría:
Virginia Kaufmann•Cecilia Miserere•Martín Palladino
Títeres:
Romina Campitelli•Javier Cancino•Giancarlo Scrocco
Intérpretes:
Virginia Kaufmann•Martín Palladino•Giancarlo Scrocco
Diseño
de vestuario: Analía Cristina Morales
Diseño
de utilería: Analía Cristina Morales
Diseño
de escenografía: Héctor Calmet
Diseño
de luces: Ricardo Sica
Realización
de escenografía:Daniel Tommarello•SilviaTommarello•Valentina Vivaldi
Realización
de utilería:Lucía Lossada•Analía Cristina Morales
Realización
de vestuario: Jorge Maselli•Beatriz Pertot
Música
original: Leandro Iglesias
Stage
Manager: Nicolás Sorrivas
Fotografía:
Diana Deak
Diseño
gráfico: Art Factory Design•Amblagar Studio
Asistencia
de escenografía: Agustín Adesso
Asistencia
de dirección: Nicolás Sorrivas
Prensa:
Varas & Otero
Producción
ejecutiva: Nicolás Sorrivas
Coach
Vocal: Virginia Kaufmann
Dirección
general: Cecilia Miserere
Sábados y
domingos de mayo y junio, 16.30 h
Centro Cultural
de la Cooperación (Av. Corrientes 1543)