viernes, 24 de noviembre de 2023

ILUMINAR

 


La obra nos remite a una escuela rural en el noroeste de nuestro país, el acento de los personajes allí nos sitúa, también el vestuario y la escenografía (Sara Bande), que lucen desde la sencillez y la economía de recursos. Sola está la directora, dispuesta a hacer la tarea, siempre a la espera de recibir alumnos golondrina, aquellos que asisten a clase cuando pueden llegar. También está "el alumno pupilo", que ha sido acogido por Elsira Montalvo desde pequeño, en su irremediable orfandad. Tanto le ha dado a Leoncito que no lo puede soltar.
Se preparan para el Encuentro Coplero anual, el más renombrado de la zona, porque el chango canta y toca la guitarra. La radio pone en el aire El mensajero cultural, que nos dice que la maestra de música está por llegar al paraje, aunque en su lugar un docente de lengua es quien acude: Ceferino Zapaliar. Su presencia pone otro sentido en el aula, planta la palabra y su canto, la poesía, que instala la posibilidad de partir, visibilizar lo propio, más allá de un premio: "para que su canción se oiga, para que la oigan todos" -resuena el texto poético-. El maestro tiene esa poderosa misión.
Con sólidas actuaciones de Mónica Gazpio, Miguel Picollo Gazpio y Alejandro Agustín, el texto, elogiable -seleccionado en la IV Feria de dramaturgias 2022-, penetra a paso lento, en la platea, se pasea para ser escuchado y quedarse, se afirma en el lenguaje de la tierra -respetado a rajatabla en sus rasgos fonéticos-, descubre personajes dignos y resalta roles, esos que se sostienen a través de acciones cuya desembocadura es el otro, el otro
 a formar, iluminar.  
"Los santos paganos" es la temática del certamen y los participantes deben vestirla. León Basavilvaso viste el Maruchito. Una breve intervención del teatro de objetos, la actuación y la interpretación con máscara asalta a la platea y trae a la escena al peón, el capataz y la curandera, para recrear aquella leyenda patagónica de 1919, que convierte a Pedro Farías en nino santo. 
Una historia de nuestra Argentina profunda, esa que podemos imaginar pero cuyos hacedores no nos la cuentan, no tienen tiempo para esto, les urge las ansias de enseñar. La versión es una espléndida oportunidad para asomarse, de la mano de Carlos Peláez, en la dramaturgia y dirección, y de un equipo artístico que acompaña este vuelo. ⧫
Por Patricia Lanatta

Duración/
70 minutos
Funciones/
Sábados, 18:30 h. /Hasta el 9 de diciembre/
Espacio Cultural La Fragua/
Av. Rivadavia 4127
Entradas/
https://www.alternativateatral.com/obra86224-el-alumno-nube

viernes, 3 de noviembre de 2023

SIN CHANCE PARA AMAR



Primera escena: Amanda (Lorena Szekely), la querida de Camilo (José Manuel Espeche), se ahoga en una insoportable soledad. Su figura voluptuosa se hunde en un sillón confortable, mientras su mente se ha mudado de lugar. 
Sobre el texto de Armando Discépolo, Patricia Zangaro realiza un trabajo dramatúrgico exquisito, que retrata a la mujer de la Buenos Aires de los duros y pobres años 30, penetrando en el trazo grueso del autor a lo largo de los cuadros del melodrama. Sin embargo, omite el último, otorgando un permiso a la protagonista para mirarse y acaso defenderse de un sistema social y cultural que la cancela.
Bajo la dirección de Teresa Sarrail, toda la acción dramática se desenvuelve en un mismo espacio escénico, con un recurso disruptivo sumamente interesante, donde actores y actrices vienen de un lugar y vuelven a él para vestir y descolgar sus personajes, entre la voz en off de un locutor que señala las didascalias; operaciones éstas inteligentes, que quiebran el clima melodramático, asfixiante.
En la puesta, bien ambientada desde el vestuario, la iluminación, escenografía y música, se lucen las actuaciones del universo femenino -mujeres que habitan la sombra del hombre-. En especial, se destaca la labor de Lorena Szekely, en el rol protagónico -en la apuesta pasional por Eduardo (Mario Petrosini), en el repliegue valiente ante la cobardía del "amado", en la ternura por Alicia, su hermana-, interpretado con la desmesura emocional requerida. También, la convincente composición de Jesica Álvarez, la conciencia de Amanda, que la transparenta desde una elocuente gestualidad. Incorporar este personaje es una sutileza de Zangaro. Se subraya además, la interpretación de Liliana Lavalle, la madre despiadada que somete a su hija, en pos del bienestar económico familiar.
Todos los personajes están atrapados por la subsistencia, el dinero impera y no deja chance para el amor.
Últimas funciones del idilio de estos amantes, contado por Discépolo en una época donde la sociedad no podía espejarse, un texto que hoy nos habilita a interpelarlo desde una lectura aguda de género. 
Por Patricia Lanatta

Duración/
75 minutos
Funciones/
Domingos, 20:30 h /Hasta el 12 de noviembre/
Patio de Actores
Lerma 568
Entradas/

jueves, 26 de octubre de 2023

MEMORIAS DEL HORROR


El elenco ingresa desde atrás de la Sala, nos sorprende, se entrecruza y se ubica en la escena en los roles de actores, titiriteros y narradores. Un poco antes, la música sobre el teclado que transporta a la nostalgia, apoyada en una iluminación que instala la penumbra, nos permiten entrar al contexto de nuestro pasado, a una página horrorosa de nuestra historia, esa que todavía nos duele y necesariamente lastimará siempre, para que nunca más se repita.
La Compañía El Nudo rinde homenaje a los desaparecidos en la última dictadura cívico militar de 1976 y lo hace en la figura de las hermanas y los hermanos, en los que partieron sin saberlo y en los que quedaron. Así enunciado, la puesta en escena no puede no fragmentarse. Nelly Scarpitto, figura central del Grupo, la pergeña en tiempos de la pasada pandemia, y no fue casual que en esas largas e inciertas horas de confinamiento, surgiera desde los recovecos del recuerdo lo peor y lo mejor de la vida. 
El texto lo escribe en colaboración con Julieta GrinspanClaudia Villaba, tomando la propia vivencia, lo que "pudo" retratar la memoria, lo que otros contaron. Decía que el elenco toma los roles de actuar, animar y narrar. Por momentos, al igual que nosotros, son espectadores del acontecimiento siniestro. La tarea de expectar nos cuesta a todos. 
Partidas... se mete en lo biográfico al abordar la historia de Ana y su hermana, basada en entrevistas realizadas por Nelly Scarpitto. Se sumerge en el teatro de lo real, en el territorio de las personas y sus mundos y les otorga teatralidad. Se acerca de este modo, al biodrama, pero con la particularidad de no ser narrado por la protagonista en la vida real sino por una actriz y titiriteros. 
Los retablos se desplazan y comienza a danzar el espanto. Julieta Alessi es la protagonista ficcional, que pone la palabra. Su composición es conmovedora cuando va atrás en sus recuerdos, buscando a su hermana mayor, rememorando una y otra vez, la hora en que irrumpieron en su hogar, el secuestro, el miedo, el ropero que la ocultará, la certeza: Ana no está.

Con vestuario cotidiano, 
El Nudo compone el espectáculo

Los títeres y objetos
El títere en la técnica de manipulación directa, articulado de a dos y tres titiriteros, cobra vida en el vínculo entre las hermanas: un racconto tierno en el cuarto de la infancia, en la soledad de la pequeña y su esfuerzo por restaurar su breve pero intenso lazo con Ana. En la evocación, las hermanas dialogan poco, la remembranza es la caricia al borde de la cama, el juego en la playa. 
La construcción escénica es tan fugaz como el recuerdo: los juegos entre las niñas a la orilla del mar, aparecen sobre el desenlace de la obra y capturan la belleza de ese irrepetible momento. Los titiriteros pueblan con objetos el retablo de arena y animan esa memoria con ajustado ritmo y delicadeza; el sonido del mar y la iluminación, que abandona la tiniebla, las recupera a ambas en el lapso que dura la invocación. 
El mar, sin ser pecador, tiene protagonismo en la historia. Diseñado y construido con gran síntesis, es la metáfora de la muerte. Su movimiento se habilita desde un engranaje, una manivela que lo ondula y que señala su capacidad para recibir y devorar. Sobre él, dos barcos de papel navegan, pero sólo uno queda: la huella imborrable de una infancia partida.

¿Cómo construir semejante borde histórico? Porque asistimos a un teatro que no es ficción sino que documenta. La puesta permite que el texto se cuele en el títere, el objeto, la lectura, el relato y el audiovisual, recurso que inevitablemente, nos devuelve el terror en las calles, la persecución a través de aquel reconocible modelo de auto: el Falcon verde.
En el retablo, una casa de papel y tres soldaditos armados, manipulados por tres titiriteros. Juegan con un cubilete y tiran dados, el número marca el avance que cada uno tendrá hacia la morada: su objetivo. Violentan la puerta y salen "forzadamente" dos documentos, que ingresan a un camión camuflado. El objeto documento es contundente, todos sabemos de qué se trata. De golpe, aparece otro diminuto. Alguien se lo queda, alguien se lo apropia... 
En todo el procedimiento, los manipuladores hablan entre sí, como si no se tratara de un allanamiento (aunque desde el lenguaje, se lo define antes que acontezca). El juego los exculpa, los distancia. La tarea macabra es cumplida en su obediencia debida. Es éste un cuadro muy logrado del teatro de objetos. Ciertamente, la Cía. tiene 25 años en el mundo de la titiritesca, una expertise sostenida y destacada, que los faculta a contar desde el género, aquellos oscuros días de los años 70.

Un titiritero abriga a la niña 
en su extrañamiento

Los autómatas
En otro retablo, con invariables movimientos que no permiten avanzar, se ubican cuatro autómatas, hermanados de a dos. Se manipulan desde sus cabezas hilvanadas con alambre, mientras sus piernas giran en falso sobre maquinarias articuladas. Son jóvenes con rostros inexpresivos; sus brazos rodean encomiendas, que serán arrebatadas. Ellos nos teatran en aquel pretérito. Otra vez, la metáfora se impone sobre la palabra.
Entrando en la dramaturgia, se infiere que la escritura diferente de las autoras contribuye a fragmentar aún más el relato. En línea con esto, se suman voces en off de aquellos que sobrevivieron y breves lecturas a cargo de los actores que, a modo de canon, descubren cartas. Lo epistolar también documenta. El canto puntual de Mariana Trajtemberg es el grito o el llanto que posiblemente, se acalla en la platea.
Sobre el final, se proyecta la imagen de los hermanos Scarpitto en la playa de su niñez, en su hermandad intacta con olor a mar. Partidas... es definitivamente, un profundo homenaje a los hermanos y hermanas partidos por la dictadura, tiene esa mirada, ese sentido y también, la honestidad de compartir con el público el proceso creativo. Videos y confesiones en escena lo sinceran durante el espectáculo, probablemente en el intento de decir cuán difícil es recobrar la memoria del horror cuando hemos sido parte. ⧫

👏IMBORRABLE
     Por Patricia Lanatta

PARTIDAS EN JUEGO
Dramaturgia/ Julieta Grinspan, Nelly Scarpitto, Claudia Villalba
Intérpretes/ Julieta Alessi, Sebastián Pomiró, Daniel Scarpitto, Telma Skocznadek, 
Mariana Trajtemberg
Luces/ Matías Noval
Realización de títeres y objetos/ El Nudo Cía. teatral, Alejandra Farley, Katy Raggi
Colaboración en video/ Clara Boffa
Audiovisuales/ Nelly Scarpitto
Música original/ José Ríos
Asistencia de dirección/ Jorge Piccardo
Puesta en escena y dirección/ Nelly Scarpitto

Funciones/
Sábados, 21:30 h. Hasta el 25/11/23

Espacio Cultural La Fragua/
Av. Rivadavia 4127, CABA

Entradas por Alternativa teatral 👇

jueves, 14 de septiembre de 2023

EL LUGAR EQUIVOCADO


Horacio Quiroga, coloso del cuento latinoamericano, escribe el relato, publicado en el diario La Nación, en 1920, y en el libro El desierto, en 1924, desde su enorme conocimiento de la selva misionera y fascinado por ésta, donde se instala complacidamente y por elección, hasta su trágica muerte. En línea con escrituras geniales, Mauricio Kartun echa mano del texto, a pedido de la Universidad Nacional de San Martín, para construir la versión escénica, que tiene su puesta en escena en 2015, bajo el título Salvajada, con dirección de Tito Lorefice y Hernesto Mussano en una recordada y valiosa versión con actores y títeres. 
Hoy, es Luis Rivera López quien penetra en el texto, con la claridad de un felino a la hora de atrapar su presa, acompañado por la impecable produción del Teatro Nacional Cervantes. Pero ¿cómo mostrar a Juan Darién, de manera de no alterar su esencia, de no caricaturizarla, cómo desentrañar un personaje que muta de lo animal a lo humano y de regreso a su identidad? Y por añadidura, ¿cómo invitar al espectador a reflexionar sobre las distintas lecturas sobre el salvajismo de un hombre cercano, contemporáneo? Tamaña tarea.
El trabajo de Rivera López es el de un artista investigador, vestidura que porta desde el mismo nacimiento de su Grupo de pertenencia, el emblemático Libertablas. El director ingresa en el relato y descubre su oscuridad, con todas sus verdades, atroces. Se vale de un elenco de actuaciones que bajo su batuta, lucen un desenvolvimiento francamente coreográfico. Danzan sus textos con sus cuerpos. Se une en este punto, la labor de Marina Svartzman, que descifra la potencialidad corporal de los actuantes, en la búsqueda de la máxima expresión.
Salvajada ostenta un gran equilibrio entre la actuación y la interpretación titiritera, esta última acontece en la figura de la Pitonisa, encarnada por la gran actriz Mónica Felippa, como extensión de ésta. Es la serpiente que conoce los misterios de la vida, por tanto, es  omnisciente y se señorea sobre todo el escenario y aún más. Narra para el público y es muy próxima a Juan Darién. Lo resguarda. 
Vuelvo al títere, que también aparece en el comienzo de la obra y de la mano de Pablo Mariuzzi, como aquel cachorro de yaguareté que a través de un amor maternal, cobra forma humana. Más tarde, el títere reaparece y se queda para decir, bajo las formas de los siameses albinos, la mujer barbuda y el hombre rata, figuras que por distintas, hacen lazo con Juan, pero que al no tener pares, son condenadas a ser rarezas en la espectacularidad de la carpa de un circo. Alejandro Mateo pone su sello en el diseño; la construcción y manipulación esculpen las formas. 
Como contrapartida, Juan sí tiene la chance de salir del lugar equivocado, sí tiene un atajo para ser libre. Pero ¿qué representa el personaje de Quiroga, enriquecido por Kartun y construido por Rivera López?
Es el diferente, del que poco se sabe. Un día llega asustado y perseguido, a la casa de la joven viuda de Darién -Valentina Bassi-, en pleno duelo por su bebé muerto, a causa de la viruela que vació el pueblo. Su maternidad, intacta, lo adopta y el cuento fantástico lo humaniza.
El ritual de bienvenida al pequeño tigre, en el intercambio sanador de una vida por otra, es un pasaje conmovedor, interpretado por las actrices Mónica Felippa Valentina Bassi. 
Entre tanto, Juan crece, lo fortalece el afecto, inmenso. Asiste a la escuela y se compromete a no enojarse nunca, a acallar su instinto, ignorante de su origen. Error feroz. 

Valentina Bassi y Pablo Mariuzzi: 
madre e hijo tigre

Cierto día, después de tanta burla en el aula, de sus compañeros, por el pelo áspero, desmesurado, y la timidez consabida, Juan comienza a mostrar con inocencia, sus "rayas negras". Más tarde, cuando el Ministerio de Educación se representa en la figura provocadora del inspector, su fuerza bestial se vuelve más evidente y el temor de los otros frente al diferente, los torna salvajes. El boca a boca implacable, lo apedrea. 
Es interesante al comienzo de la función, cómo el objeto plantea el conflicto entre civilización y barbarie: el rumor se acrecienta en el interior de las casas, que desfilan de la platea al escenario, señalando la voracidad del otro.
Pablo Mariuzzi es Juan Darién y lo compone de modo extraordinario. Transmite al espectador una paleta de estados que lo atraviesan certeramente, que comparten con él. Enjaulado, una expresividad animal se dibuja, desde su larga y esbelta silueta. Teatra fantásticamente el texto y su sentido. Por cierto, en la escena del circo, cuando lo atrapan y queda en cautiverio, el actor se luce espléndidamente, en ese encuentro con su propia identidad. Por su parte, Carlos Belloso interpreta al inspector y domador de fieras y lo logra en actuaciones potentes, que manifiestan la hipocresía y la crueldad.
"Soy de la capital pero sé comprender bien las realidades de tierra adentro... O de campo afuera... Nunca sé muy bien donde ponerlos a ustedes...", dispara desde su rol vigilante, marcando distancias entre él y los otros, presumiendo con el aroma de su colonia, "La Franco Inglesa", empapada en su pañuelo, como signo de correspondencia a un otro estamento. Luego, los latigazos sobre Juan resuenan en la butaca, reconfirmando los dotes actorales de ambos intérpretes.

Carlos Belloso: botas charoladas, levita 
y perros cazadores para el domador

A Juan le tira la selva, la corrida, el arroyo, el olor a barro húmedo a la altura de sus bigotes. Esta verdad lo libera. El yaguar ingresa al salto de agua, como sugiere Anaconda; el movimiento sutil de telas, con sus transparencias, lo reciben y bautizan. Es ésta una escena sublime. Ya en el monte, con los suyos, no hay nombre, los tigres no lo tienen. La ceremonia de enterrarlo junto a la tumba de su madre, aquella que no le dio la vida pero sí su bondad, está escrita.
La puesta deposita en la máscara un recurso eficaz, que no necesita de la palabra; la iluminación la potencia. En la oscuridad de la selva, sólo vemos los rostros de la manada y su fulgurante mirada, con sus movimientos ondulantes, espaciados y precisos, para sobrevivir el gatillo humano. 
"... Donde no ha habido respeto termina siempre habiendo miedo". 
La frase se sumerge en la Sala María Guerrero hace eco en el espectador. El maltrato genera siempre una consecuencia.
El público que, desde el estreno, colma la Sala de jueves a domingo, aplaude largamente, se pone de pie, se emociona. Probablememte, proyecta su propia oscuridad, sin embargo, hay algo más, inefable. El espectador comprende todas las capas de lectura del texto, metafórico, formidable. Por un lado, Juan Darién puede ser otro, puedo ser yo, quien está a mi lado. Cualquier rasgo distintivo puede despertar la salvajada de un conjunto de "iguales", por un rato. Lo dice la canción: Ni ojo por ojo, ni diente por diente, la culpa siempre es del diferente.
Por el otro, Juan Darién descorre lo brutal en lo humano, dicho de otro modo, hace visible la ferocidad que acometen los hombres, cuando los gana el miedo. La revelación es imponente. Entonces, la emoción tal vez provenga de esta sensación colectiva, que nos une brevemente.
A más de cien años de su creación, el cuento quiroguiano sigue vigente y el teatro lo actualiza. ⧫

👏 IMPONENTE
      Por Patricia Lanatta

➥SALVAJADA
Dramaturgia/
Mauricio Kartun, a partir del cuento Juan Darién, de Horacio Quiroga

Elenco/
Valentina Bassi, Carlos Belloso, Mónica Felippa, Diego Ferrari, Carolina Guevara, 
Pablo Mariuzzi, Gustavo Masó, Julieta Rivera López, Carolina Tejeda, Blanca Vega

Diseño de iluminación/
Jorge Rivera López

Dirección musical y música original/
Daniel García

Diseño de escenografía, vestuario y títeres/
Alejandro Mateo

Realizadores de títeres/
Jorge Crapanzano, Juan Bernabé Castillo, Manuela Mateo, Guillermo Bechthold,
Francisco Sánchez Recondo

Preparación vocal/
Fernanda Lavia

Preparación fíisca y coreografía/
Marina Svartzman

Coordinación de talleres y realización, supervisión y mantenimiento de títeres/
Andrés Manzocco

Coordinación artística general/
Sergio Rower

Dirección y puesta en escena/
Luis Rivera López

Asistencia de dirección TNC/
Marcelo Méndez, Alejandro Pellegrino

Producción TNC/
Silvia Oleksikiw

Producción en funciones/
Anabella Zarbo Colombo

Fotografía/
Gentileza TNC/ Mauricio Cáceres

Funciones/
De jueves a domingo, 20 h.

Teatro Nacional Cervantes
Libertad 815, CABA

Entradas/

martes, 15 de agosto de 2023

ENTRE MIRADAS


Pasado el esperado y galopante receso invernal, con la tradicional y variada oferta de espectáculos para las infancias, adolescencias y familias, es saludable revisar cuáles propuestas arribaron y se instalaron -aunque brevemente- en Buenos Aires, tanto en la capital como en la provincia, y qué huella dejaron. Tal es el caso de Cosas de Payasas, del Grupo misionero Ton y Son
La propuesta es una adaptación de Gricelda Rinadi, del consagrado texto de Claudio Martínez Bel, narrado desde una perspectiva de mujer, abriendo una paleta de sentidos que ponen en diálogo a dos payasas entrañables con la niñez. Ante todo, las protagonistas son madre e hija y, si bien recrean la poética del circo, apuestan a construir los matices de su vínculo. Tonieta posee toda la expertise y con ternura, se regodea en sus saberes. Titina quiere aprender el oficio y lo intenta insistentemente, con errores y aciertos, comodidades y picardías. Cuando aún no está lista, todo el peso del equipaje artístico recae en Tonieta: una imagen elocuente y graciosa, altamente celebrada por el público.
La escenografía plantea una carpa en algún lugar, en cierto pueblo, y apela a la simplicidad. El diseño de iluminación es sugerente y nos invita a imaginar. El vestuario carga biografía, tradición y gran detalle: en la puntilla, la flor, el sombrero, el zapato de tacón, el pomposo maquillaje. Hay feminidad en la edificación de los personajes, también en el lenguaje. Esta es una marca del espectáculo, precisamente por la suavidad con que se acerca al pequeño espectador. Sin prisa, el relato avanza con ese tono, manso. El humor y la poesía transitan en cada rutina que mamá payasa enseña y Titina imita. 
Como en toda relación, el crecimiento en cada quien quiebra "felizmente", la endulcorada monotonía. Una cede territorio conquistado; la otra lo toma con su impronta. Entonces, ya no pueden convivir dos sombrillas iguales y diminutas para acometer el gag. Cada una desplegará sus recursos por elección, portará su propia valija, mágica. Una delicada bailarina dejará atrás el zapato de tacón. 
La puesta pone el foco en el espejo como símbolo, para reflectar hacia el público, los estados que van mutando en la relación: la preparación para salir a escena, la frustración, el aburrimiento, enojo, el descubrimiento. Este último, fundamental para que el vínculo entre ambas crezca. Ciertamente, Tonieta y Titina desnudan sus lazos en escena, ventilan sus "cosas", aquello que sólo acontece en la intimidad. Por tanto, dialogan como payasas, entre miradas y gestualidades.
El Grupo de Posadas tiene un bello recorrido por el universo de las infancias. Se transparenta en el enorme respeto con que se dirige a la platea. Gricelda Rinaldi coordina y "acuna" desde hace quince años, el precioso Tutú Marambá, Festival Internacional de Artes Escénicas dedicadas a la niñez, que de manera gratuita, reune a los pobladores con artistas del mundo.

Gricelda Rinaldi es Tonieta

De vuelta a la versión, podemos leer la intención de construir el espectáculo como si se alojara en un otro espacio, con pausa, silencio, levedad. Las payasas dibujan sus rutinas con delicadeza y las comparten con el público. Florencia Piccilli es poseedora de una notable ductilidad corporal; por momentos, sus largas y esbeltas piernas se mueven con la elegancia de un cisne. Su personaje -desde el inicio, aunque todavía no lo sepa- tiene mirada de payasa. Los ojos dicen más que su texto.
Simplemente, son mujeres que transmiten el espíritu clownesco, con su inocencia, torpeza, sencillez, gracia e ilusión. No veremos acrobacias, no nos prometerán números de alta tensión, tampoco nos contarán una historia. Sin embargo, el espectáculo atrapa. No faltará la mesa pequeña, con sus tazas de té; la caída, el miedo, la competencia (con baldes de pintura), la reconciliación. Hay mucho empeño al servicio de la mejor lección pero también, tozudez, rasgo aceptado y aplaudido por la audiencia. Reflejado en la escena: la madre llega impecable, con sus zapatos rojos y vestido zambullido en puntillas de antaño. Lleva el orgullo de ser quien sabe ser. Marca la rutina y da vuelta la página. 
La canción interviene para profundizar este dibujo y goza de las letras y la música de dos grandes conocedores de las infancias: Silvina Reinaudi y Carlos Gianni. Entonces, la canción completa el periplo de las actrices, que además, son madre e hija en la vida real. Este detalle no es menor, es un enlace invisible que en algún momento, se expresa, como el estreno de la nariz roja, esa vez primera, bautizado por mamá payasa.
Durante todo el espectáculo, ambas crecen y el legado se consuma. Cuando Titina aprende,  ambas ríen y ríe la platea también, que como en la vida misma, se espeja en la propuesta. La línea inexorable del tiempo pone sabiduría en la discípula y desmemoria en la maestra,  descorre el final de todo aprendizaje: el vuelo propio. 
La versión integró la programación del Centro Cultural Espacios, Kirchner y Timbre 4. En cada escenario dejó la huella de la inteligencia a la hora de tejer vínculos. ⧫

👏 ÍNTIMA
      Por Patricia Lanatta

➥Cosas de Payasas
Adaptación del texto Cosas de Payasos, 
de Claudio Martínez Bel/
Gricelda Rinaldi
Intérpretes/
Florencia Piccilli, Gricelda Rinaldi
Diseño de vestuario/
Florencia Piccilli
Diseño de iluminación/
Hernán Dávalos
Música/ 
Carlos Gianni
Letras de canciones/
Silvina Reinaudi 
Fotografía/
Gentileza Grupo Ton y Son
Dirección/ 
Gricelda Rinaldi

Edad sugerida/
Desde 3 años

Premios
ATINA 2016 (Asociación de Teatristas Independientes para niños/niñas
 y adolescentes)
Distinguida en los rubros/
Espectáculo para niños/niñas
Interpretación femenina (Florencia Piccilli)
Interpretación femenina (Gricelda Rinaldi)
Dramaturgia
Dirección
Música
Diseño de vestuario
Diseño de iluminación

TEATRO DEL MUNDO (Universidad de Buenos Aires)
Destacada en el rubro Teatro para niños/niñas

PREGONERO 2016
Gricelda Rinadi (narradora)

sábado, 5 de agosto de 2023

ORGULLOSAMENTE, BENITO QUINQUELA MARTÍN


Desde el principio, ingresamos al universo del pintor. El sonido de las aguas del Riachuelo y su movimiento en la pantalla, comienzan a invitar a los sentidos. Un poco antes, en el hall del teatro, el piano, coloreado de verde y rosa, con un paisaje delicado y su firma, testimonia la huella. Se nos convoca a compartir la historia de Benito Quinquela Martín y el relato se torna conmovedor, justamente por la forma en que se desenvuelve.
Aparece Juan de Dios Filiberto (Rodrigo Pedreira), personaje pretérito y amigo del artista, que imaginariamente, dirige la orquesta en escena. Se vincula con otro personaje (Belén Pasqualini), que nos guía por la vida del artista, pero desde el presente. El enlace de ambos, en diferentes líneas temporales y con sólidas interpretaciones, imprime curiosidad a la platea.
El músico nos avisa que sólo él puede entrar y salir del mundo ficcional que va a retratar, y es éste un modo inteligente de narrar el teatro dentro del teatro. La jerarquía de Filiberto, que viene de otro mundo, lo faculta a romper la cuarta pared, con impavidez y seducción. Sin embargo, necesita para su racconto de la participación de otros intérpretes, que se incorporan desde la actuación, el canto y el baile, con ritmo sostenido y espectacularidad. Pronto, ante nosotros, se despliega la pintura social de la época, de finales del 1800: la monja, el carbonero, el obrero socialista, el portuario, la prostituta, el bombero voluntario, el inmigrante, la vecina suspirante por un amor ausente, en una composición que paradójicamente, produce humor. En este contexto, la multimedia es un recurso poderoso para pincelar imágenes, que resplandecen y se esfuman en la pintura de Benito de La Boca. 

Benito pinta su aldea

El niño nace y es abandonado en la Casa Cuna de Barracas, junto a una nota con su nombre, Benito Juan Martín, y un pañuelo partido, con una flor bordada, que sugiere el anhelo de un futuro reencuentro. La fina textura azul podría indicar que su clase social no conoce la pobreza; sin embargo, el pequeño permanece en la Casa de niños expósitos durante más de siete años, hasta que el matrimonio Chinchella lo adopta, abriga y educa. 
Los devenidos padres, Manuel, un inmigrante genovés, y Justina, una entrerriana con raíces indígenas, sólo reconocen la rutina del trabajo diario en la carbonería. La circunstancia económica no los habilita a reparar el tesoro que el niño posee. Benito dibuja con los restos de carbonilla, más tarde, se convierte en estibador, pero cuando va por más desde su don, la rigidez del padre lo empuja nuevamente, a la orfandad. Este giro en su historia, tan duro como su desembarco primero, lo potencia.
Un encuentro azaroso con Pío Collivadino, su ingreso al Conservatorio Pezzini-Stiatessi, donde conoce a Filiberto, y luego la influencia de un maestro, Alfredo Lazzari, moldean al joven, que se convierte en un artista genuinamente popular. Motivado por textos del escultor Auguste Rodin, comprende la importancia de mirar "el propio ambiente". Entonces, pinta su aldea, la poesía de la faena y la explota de color. Retrata la gente común, quiere que sienta que su tarea es visibilizada, que importa...
Cada tanto, se entrega a la fascinación de un mascarón de proa, que escénicamente es objeto y bailarina. Y cuando el deseo es más fuerte que cualquier mandato, simplemente suelta amarras, en una bellísima metáfora visual.

La fascinación por un mascarón de proa

Las luminarias abandonan brevemente, el escenario; se desparraman sobre la Sala y hacia los laterales, donde lucen los murales de Quinquela que, inundados por la mirada de Eli Sirlin, se suman a la puesta en una operación poética. La escenografía viste los parajes recurrentes del protagonista, con dispositivos que se desplazan hacia lo ancho y alto de la escena. La reproducción del puente transbordador encuadra el lienzo viviente, donde esta historia de vida singular se pincela, con gran dinamismo. Desde la estructura imponente, los narradores se asoman de a ratos, para mirarla, al igual que nosotros.
Benito reproduce la esencia de su lugar en el mundo y esto lo distingue, aunque la elite de la crítica culta, porteña, aún no sepa leer las capas gruesas de sus óleos, el vigor de la espátula, la conciencia de su origen. El teatro musical -como los barcos de Quinquela sobre las turbias aguas- los reflejan de manera estupenda: en el "paquete" salón del Jockey Club, durante una exposición de sus cuadros, un animador -interpretado con alta gracia- anuncia la presencia de una artista con igual sintonía, pero en las letras: Alfonsina Storni. Por sobre toda una clase todavía ciega e ignorante, ellos se elevan.
La participación del elenco -muy bien elegido en audiciones abiertas- es espléndida, con coreografías diseñadas y ensambladas rigurosamente, voces afinadas y actuaciones que atraviesan la platea, bajo la aguda dirección actoral de Juan Francisco Dasso, desentrañando cada perfil. 
La música -labor destacada de Gustavo Mozzi- se introduce en los lenguajes de La Boca, donde arriba el inmigrante, por tanto, se pasea por una paleta de géneros musicales que imponen un tono festivo a la puesta, en la lucida interpretación de la orquesta. La murga, con un títere de gran tamaño, afirma la comunidad con sus reclamos, y un joven Alfredo Palacios se hace eco de las urgencias.
El vestuario luce impecable, con cambios que se suceden veloz y prolijamente, a lo largo de un espectáculo de aproximadamente 95 minutos.

El espléndido elenco del musical

Y mientras Benito de La Boca pinta su aldea, más universal se vuelve. La porta sobre sus hombros con orgullo, como antes, las bolsas de carbón. Esta preciosa idea de Lizzie Waisse -reconocida docente del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y a la vez, directora del musical- cruza la versión en modo rotundo y se amarra en la ribera en un momento más que oportuno, recuperando la memoria de un tejido social y la de un hombre con valores a seguir.
En sus diez años en el extranjero, el mundo gira su cabeza para mirar a Benito, las celebridades lo rodean, pugnan por rozarlo... A la manera de la comedia del arte, las máscaras cubren los rostros de quienes lo consagran: la Infanta Isabel, Benito Mussolini, Marcelo Torcuato de Alvear, Juan Domingo Perón. Pero a este humilde trabajador no lo marea la fama, ni siquiera su paso por Nueva York. En la puesta -un cuadro muy bien construido-, el glamour se cuela a través de los vestidos y pelucas de mujeres atractivas, de su bata de seda. Desde lejos, una simple llamada telefónica a su madre, basta para poner en marcha su generosidad; el dinero ganado con su talento se transforma en un conjunto cultural: jardín maternal, escuela primaria, hospital odontológico infantil, museo, teatro. El reconocimiento lo regresa más altruista.
El trabajo de Roberto Peloni en el rol protagónico, es para ponderar; compone un Benito tenaz y, al mismo tiempo, contenido. Claramente, la emoción la vuelca sobre la tela. Como contrapartida, un grado de emocionalidad in crescendo conquista la Sala. El espectador se levanta conmovido, de las coloridas butacas, no sin antes expresar una profunda gratitud, desde el aplauso extendido y algunas lágrimas.  
En el teatro que soñó y que lo habita, una versión homenajea con respeto, a un argentino que a su arte le agregó grandeza. ⧫

👏 COMPROMETIDA
      Por Patricia Lanatta 

➤Funciones/ 
Miércoles, jueves y viernes, 14:30 h. 
Sábados y domingos, 16 h. 
➤Teatro de la Ribera
Av. Pedro de Mendoza 1821, La Boca
➤Entradas👇

➥ Benito de La Boca
 Dramaturgia y dirección actoral/
 Juan Francisco Dasso

 Intérpretes/
 Roberto Peloni, Rodrigo Pedreira, 
 Belén Pasqualini, Alejandra Perlusky, 
 Julián Pucheta, Sol Bardi,
 Francisco Cruzans, Jimena Gómez,
 Nicolás Repetto, Evelyn Basile, 
 Tatiana Luna, Mariano Magnífico,
 Federico Strilinsky, Nicolás Tadioli, 
 Florencia Viterbo, Fiona Mastronicola,
 Matías Prieto Peccia

 Música original y dirección musical/
 Gustavo Mozzi

 Músicos en vivo/
 Violoncello/
 Cristina Chiappero
 Bandoneón/
 Eleonora Ferreyra
 Síntesis electrónica/
 ARO
 Percusión
 Agustín Lumerman
 Clarinete y saxo alto
 Manuel Rodríguez
 Bajo
 Máximo Rodríguez
 Piano
 Santiago Torricelli

 Diseño sonoro/
 Sebastián Verea

 Coreografía/
 Gustavo Wons

 Iluminación/
 Eli Sirlin

 Escenografía y vestuario/
 Marlene Lievendag, Micaela Sleigh

 Dirección de arte/
 Marlene Lievendag

 Fotografía
 Carlos Furman

 Idea original y dirección general/
 Lizzie Waisse

 Edad sugerida/
 Desde 10 años

miércoles, 26 de julio de 2023

UN AMOR DE HOJALATA Y PAPEL


Hans Christian Andersen, escritor y poeta danés, famosísimo por sus relatos para las infancias, escribe esta historia que se publica en 1838. La Compañía Omar Álvarez Títeres la recrea en el año 2000, y nada menos que el gran actor argentino Alfredo Alcón le pone su voz al relato. Veintitrés años más tarde, en el Centro Cultural Espacios, en la sala principal, refugio de tantas historias de marionetas, Omar Álvarez sube al escenario para contarla con sus manos extraordinarias, en el 26° Festival de vacaciones de invierno. 
Una platea acostumbrada a la prisa, a los juegos y sonidos irrefrenables de los celulares, se detiene para escuchar y vivir este cuento ancestral. Hace la pausa necesaria -puede transitarla- y se conmueve altamente con la aventura de este soldadito, que ha deleitado a tantas generaciones.  
Sobre un costado del escenario, un muñeco nos dice del paso del tiempo; vestido a la manera del siglo XIX, escribe con su pluma sin cesar, durante todo el espectáculo, mientras Alcón relata en off, con todas las tonalidades del misterio, el asombro y la poesía, la peripecia de El soldadito de plomo. 
Sobre el retablo, el titiritero trae la caja con los guerreros de hojalata, para que el niño de la casa estrene juego nuevo. Sin embargo, uno de los futuros combatientes está incompleto. A su constructor no le alcanzó el material y lo diseñó con una sola pierna, aunque es tan fuerte como el resto. Está pintado con los mismos colores y con el rifle sobre su hombro, luce listo para toda hazaña. 
Son títeres de manipulación directa. El marionetista los mueve con delicadeza y el niño, feliz, puede sumar veinticinco valientes a su ejército de muñecos. 


Cae la noche y cuando la familia descansa, los juguetes aprovechan para jugar. Álvarez, a la vista del público, los anima e instala progresivamente, la fantasía que propone el texto. El soldadito está atónito. Sobre el puente levadizo de un castillo de cartón, ha visto a una bailarina. Ciertamente, la voz del narrador, la música -con sutiles notas de percusión- y el alma que les sopla el titiritero los despierta a la vida. Aún así, ellos permanecen quietos, sólo se miran y el espectador sospecha que ha nacido entre ellos un profundo  sentimiento. 
Como en toda narración, se desata el conflicto. De un cofre colorido, salta sorpresivamente, un muñeco de resorte, que amenaza al hombrecito sobre algún desafortunado suceso. 
La mañana siguiente encuentra al niño dispuesto para la gran batalla, con su soldado preferido. Le asigna la ventana, para que vigile su fortaleza. Por alguna razón, lo cree muy valeroso y no se equivoca. 
Un vendaval, que preludia la tormenta, lo arroja a la calle y cae de cabeza, quedando inmóvil, durante horas. Nadie lo descubre, pero la bailarina de papel, casi en posición de danza, parece esperarlo, con una lentejuela fulgurante en la cinta de su vestido. 
El soldadito atraviesa peligrosos episodios: la travesura de dos niños lo ubica en un barco, que navega vertiginosamente por la cuneta, en las manos del Álvarez, naturalmente. Más tarde, lo vemos más diminuto, sostenido por una varilla, lejos de su embarcación, luchando por sobrevivir. Una rata, enorme, le pide pasaporte y finalmente, desciende a lo más hondo de la alcantarilla. 
La platea mantiene suma atención al relato y le ofrece su silencio. Ha hecho lazo con él, se ha identificado, como lo hace en su hogar, cuando se vuelve íntimo y puede dialogar con su héroe favorito.


El soldadito sólo piensa en su bailarina "azul", su recuerdo lo completa y quiere ser fuerte para ella. Sigue en pie en su derrotero incierto y un pez lo traga, literalmente. En este punto, el teatro de sombras agrega el atractivo justo,cuando lo vemos en el interior, frágil y sacudiéndose de un lado a otro. Afortunadamente, el azar los devuelve a la superficie; viajan al mercado y de regreso a la casa, el ama de llaves -una hermosa muñeca de época- lo rescata en la cocina.  
Cuando todo parece volver a la normailidad y la bailarina extiende mucho más sus brazos, súbitamente, el niño lanza el soldadito a la chimenea. Acaso por enojo frente a la ausencia o por hechizo de aquel duende. Es territorio de un enigma. De nuevo, la técnica de sombras, con luces bien articuladas, y la expertise del titiritero, lo intiman sin chance de escapar. Sin embargo, continúa firme, aceptando su destino. 
Esta vez, el viento será benevolente y aquella dama, que sigue todo episodio desde lo alto de su fina morada, es empujada hacia las llamas. La resolución escénica nos envuelve a todos.
El telón vuelve a abrirse para descubrir al intérprete solista. La platea, como en otros tiempos, ha quedado cautivada por la emoción, con igual intensidad. 
El soldadito de plomo, distinguido con innumerables galardones, cruzó largamente la frontera, narrado con puntos y comas, como en la versión original, fiel a la estética de la Compañía, sin pretender endulcorarlo y a sabiendas que los niños siempre celebran la verdad bien contada. ⧫

➤Funciones/
en el marco del 26° Festival
 Vacaciones en Espacios
➤Centro Cultural Espacios
Intendente Witcomb 2623, Villa Ballester

👏 INOLVIDABLE
      Por Patricia Lanatta

➥El soldadito de plomo
    Compañía Omar Álvarez Títeres
    Intérprete solista/
    Omar Álvarez
    Narración y voz en off/
    Alfredo Alcón
    Realización de títeres/
    Claudio Álvarez, Omar Álvarez, Rafael Curci, Gladys Garnica
    Diseño de Escenografía/ Utilería/
    Claudio Álvarez
    Fotografía/
    Andrea Biscione
    Música original/ 
    Gustavo 'Popi' Spatocco
    Operación de luces/
    Silvia Biscione, Guillermo Otálora
    Dirección/
    Rafael Curci

    Edad sugerida/
    Desde 6 años

 Premios
    Certamen Metropolitano de Teatro, Buenos Aires, 2000
    Mejor espectáculo infantil

    Fiesta Regional de Teatro - Capital, Provincia de Buenos Aires
    Obra ganadora

    40° Feria Nacional de Espectáculos para   
    Niños, Necochea, 2001
    Mejor Espectáculo
    Mejor Resolución Escénica
    Mención Especial del jurado 
    para Alfredo Alcón
    Nomimaciones:
    Mejor Titiritero
    Mejor Director

    Premio Teatro del Mundo, Universidad
    de Buenos Aires, 2001
    Nominado Mejor Espectáculo Infantil

    Premio ACE, 2001
    Nominado Mejor Espectáculo Infantil

    Premio Clarín, 2001
    Mejor Espectáculo del Circuito oficial

    2° Festival de Teatro para Niños, China 2012
    Excellent play in performance

    Premio Nacional Javier Villafañe, 2014
    Mención Especial del jurado en
    reconocimiento a la trayectoria y excelencia
    
    Beijing Tian Yu Lv Dong Cultural Media
    Co. Beijing, 2017
    Primer Premio del Jurado 
    al Mejor Espectáculo
    
Obra versionada en los siguientes idiomas/
    Inglés, francés, alemán, chino, ruso, taiwanés,      
    checo, polaco, finés, portugués, gallego,
    castellano