Con
una poética atravesada por la mirada en sus infinitos modos:
mirar
al otro, ser mirado por otros y mirarse, Katz propone su nuevo espectáculo
Son 10 los actores, con sus respectivas máscaras
–las físicas y las internas- y cada quien compone su propio payaso, navega la
ruta del guión y sin embargo, explota en
libertad su propio clown. Ingenuos, atrevidos, eruditos de la vida, provocadores,
trotamundos, románticos y delirantes, todos nos proponen “mirar” y con mucho
desparpajo nos miran también. La escena está poblada de diversos objetos: figuras diminutas que
reproducen la apariencia de cada payaso, son ubicadas por los propios
protagonistas en una embarcación que va por la vida. Una cámara en vivo permite
al espectador asomarse y contemplar de modo ampliado sobre una pantalla, aquello
que acontece en la nave, aproximarse y descubrir las más
mínimas expresiones.
El agua es uno de los elementos más buscados en la poética de Katz y es un gran disparador de situaciones. Al principio del espectáculo, todos aparecen en escena y en silencio; muy poco iluminados, permanecen jugando con diversas aguas. Luego, estalla la música y la luz. Y entran en personaje. Lo audiovisual es un gran componente en esta versión, desde la actriz que sostiene la cámara y proyecta los gags de los protagonistas hasta las animaciones que asombran y ponen una carga informativa sobre cada uno, libera algo desopilante sobre él o ella. Ellos se presentan y juegan, juegan sin parar. Manejan dispositivos muy graciosos que invitan al público desde el absurdo (altísimas dosis), a compartir su humorada.
El agua es uno de los elementos más buscados en la poética de Katz y es un gran disparador de situaciones. Al principio del espectáculo, todos aparecen en escena y en silencio; muy poco iluminados, permanecen jugando con diversas aguas. Luego, estalla la música y la luz. Y entran en personaje. Lo audiovisual es un gran componente en esta versión, desde la actriz que sostiene la cámara y proyecta los gags de los protagonistas hasta las animaciones que asombran y ponen una carga informativa sobre cada uno, libera algo desopilante sobre él o ella. Ellos se presentan y juegan, juegan sin parar. Manejan dispositivos muy graciosos que invitan al público desde el absurdo (altísimas dosis), a compartir su humorada.
Es muy difícil después del espectáculo y una vez
decantado, no reflexionar sobre la mirada del hombre actual en el cotidiano de
nuestro andar. Los permanentes autoretratos a través de los pequeños objetivos
de los celulares. ´La selfie’, que consuma cada momento incluso
cuando esperamos para ingresar a una sala teatral, inmortalizando el instante ‘smart’
con quienes atravesamos la experiencia. Este mirar que no siempre es fijar en
lo profundo, este ver que no siempre mira, Katz lo atrapa con inteligencia para
ir más allá del plano visual y proponer una mirilla interior. El espectador está completamente abstraído en el recorrido que
dirige la ‘troupe’ de clowns: a través de los patines de uno, del espejo de otra, de una gran valija, de relatos
y movimientos y… de ciertas frases que calan hondo y que disparadas desde la
boca del clown, resuenan mucho más en nuestros oídos para exhalarse finalmente
en la risa.
La música es vital en este juego, acompaña el ritmo
y el tempo de cada payaso, pone alegría, nostalgia, picardía, enojo,
frustración, ternura, ensoñación. Nos envuelve en un espacio atemporal y nos
captura. La sorpresa, don por excelencia
del clown, nos asalta todo el tiempo. Y uno agradece que nos revuelquen una y otra vez en
ella, que nos alejen por un buen rato de mundos no tan gentiles.
Nuevamente Katz nos asombra con su talento para enlazar lo cómico y lo onírico: pone en escena a sus bravos clowns -con una luz, una
música, un vestuario- y genera cuadros fantásticos. Consigue
que el espectador se espeje en ese cuadro/ sueño.
Hay improvisación. Vuelvo al propio clown: cada cual
realiza el suyo pero también apela al público en muchos momentos. Entonces, el payaso que sabe quién es y qué rol
juega en el espectáculo, está habilitado para improvisar e instalar un juego muy natural. No hay desbordes. Sí, respeto.
Son cuerpos poéticos narrando en el espacio, a través
de escenas hilvanadas por la puntada del humor seguida
de la imagen poderosa. No hay una historia. Hay belleza. ⧫
Como en tantas otras ocasiones (Allegro ma non tropo, 2003, 2004; Tempo, 2010; Top, Top, Top, 2012), Marcelo Katz presenta su nuevo espectáculo Mirá! en el Centro Cultural de la Cooperación, que entrega por estos días las
últimas funciones.
Opinión: muy buena
➡ MIRÁ!
Elenco:
Jorge Freire•Tatiana Herasimiuk•Lourdes Herrera•Pablo Luchetta•Javier Nichela•Diego Benjamin Pérez•Carolina Saade•Agustín Saiegh•Xoana Solferino•Brenda Lem (cámara en vivo)
Música Original: Diego Vila
Coreografía: Valeria Narváez
Diseño de Espacio: Mariano Sivak
Diseño de Luces: Pablo Calmet
Diseño de Espacio: Mariano Sivak
Diseño de Luces: Pablo Calmet
Animaciones: Juan Nadalino • Facundo Quiroga
Diseño de Vestuario: Liliana Piekar
Diseño de Vestuario: Liliana Piekar
Asistente de Vestuario: Julieta Heiderscheid
Realización de Vestuario: Silvana Tisha Morini
Realización de Utilería: Ailín Kirjner • Clara Dalmazzo de Garzegna
Realización de Utilería, Aparatos y Mecanismos: Mariano Sivak
Dirección Técnica Audiovisual en Escenario: Ángel Leandro Martínez• Pamela Martínez
Asistencia de escenario: Brenda Margaretic • Pablo Pineda
Diseño Gráfico: PQ y Wanda Heras
Fotografía: Wanda Heras
Asistencia de Dirección: Santiago Alegría
Dirección y Dramaturgia: Marcelo Ariel Katz
Producción Ejecutiva
Prensa: Débora Lachter
CCC (Av. Corrientes
1543)
Sábado 25, a las 22.30 y domingo 26 de noviembre, a las 20
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