A punto de estrenar Tic Tac, el héroe del tiempo, el titiritero nos revela
jugosos entretelones
Una mañana otoñal me conduce por las calles arboladas de Villa
Ballester hacia el emblemático Centro Cultural Espacios, fundado por los
gemelos Omar y Claudio Álvarez en 1997, del que surgieron y siguen naciendo
exquisitos espectáculos con proyección nacional e internacional.
Imposible no preguntar por las similitudes entre lo nuevo y anterior
en la poética de la Compañía. Hojear hacia atrás es toparse con El niño de arena, Imaginarius, La niña de
los cerillos, El viento entre las hojas
y tantísimas versiones poseedoras de una estética que no hace concesiones con
el espectador infantil, sino que lo pone en un lugar de incomodidad para
provocar a su tiempo, el espíritu crítico.
¿En qué se parecen?
Una vez más la Compañía
se mete en las partes vulnerables donde las respuestas no son tan fáciles ni
mucho menos lineales, donde el niño se enfrenta a la cuestión humana.
Ciertamente, mientras la cultura infantil se empeña en mostrar que no hay
conflictos, el personaje Tic Tac le presenta al pequeño espectador un dilema a
resolver.
Hablamos de un héroe.
¿Me lo presentás?
Bueno… (ríe con
picardía), no es un superhéroe de capa y espada pero sí uno de sí mismo, porque
resiste, sobrevive y puede desafiar realidades muy distintas.
¿Qué mundos lo seducen?
¿Qué mundos lo seducen?
Lo seduce la modernidad.
El problema está en esa tecnología atractiva y nada inocente, con un sistema detrás
que prioriza el dinero por encima de todo, donde la eficiencia es para el
dinero y éste, para el poder. Entonces (su tono se vuelve serio) ocurre algo
perverso, porque aquello que lo cautiva en verdad, lo vacía. Se filtra en el
mundo interior del otro, se nutre de él, y se queda con un valor no
tangible y a su vez, indispensable para la vida. La imaginación, la amistad,
el arte y el afecto son devorados a cambio de nada (silencio y pausa). Encantamiento
vs. vacío. Esta es la lucha de Tic Tac. Francamente, no sé qué le va a pasar a
un niño de 4 cuando se confronte a esto, pero me parece que está bueno que suceda.
La obra pincela el mundo
actual de los niños para decir que no todo está bien
Absolutamente. En el espectáculo
aparece la “Barbie” y otros personajes que pertenecen a un universo que los
deja en una zona de oscuridad. Como en otras muchas ocasiones, les proponemos a
los adultos que se pongan a trabajar con su hijos, que los acompañen en la
tarea de decidir.
El niño tiene herramientas, más de las que cree, y si se queda con la
pregunta, con la conmoción, es un buen punto. Entonces la “Barbie” deja de ser
tan ingenua y la sorpresa le permitirá más
tarde, ser un espectador crítico, porque lo que se contrapone –lo otro– también lo lleva a un lugar interesante.
Es un lindo problema…
Sencillo y profundo.
¿Cuál es la paradoja?
El mundo de los abuelos,
esos cómplices necesarios, con su recorrido, su capacidad para escuchar. La
vida es juego y para jugar se necesita tiempo disponible. En este trabajo se
jerarquiza la transmisión de valores.
¿Cómo se las ingenia el
titiritero para narrar esta historia?
Somos cada vez más en el
proceso creativo, pero en el retablo rescato la tradición solista, tan nuestra.
Sin embargo, en un momento del proceso pensé: “el stop motion podría ser un soporte fascinante”. Así surgió la idea
de asociar la proyección con el títere en vivo. La versión no incluye la
palabra ni la narración en off. Hay imagen, hay metáfora. El equilibrio es tracción
a sangre. Y así como el titiritero se balancea entre el rigor de la tecnología y
la manipulación de sus figuras, el espectador también debe elegir cuál es el
mejor camino para su titán: si la catarata incesante de imágenes disparadas
desde la pantalla o el valor del propio tiempo para jugar.
¿Qué te fascinó de la
técnica?
El recurso a priori
parece frío y el mecanismo no depende de uno, escapa a mi control, sin embargo,
asumí la aventura de incorporarlo. Encontré en esta técnica de animación lo titiritesco,
y me atrapó. Hay un trabajo monumental de Julián Aguirre en la realización y
edición multimedial (se entusiasma).
Claramente nos presentas
una crítica agudísima a las largas horas que lo niños dedican delante de una computadora, un celular o en el timoneo de una consola de juegos. A
la falta de límites por parte de los adultos para contrarrestar toda esa
atención
Definitivamente, Tic Tac… presenta los mundos de dos
personajes antagónicos: el del celular “inteligente” y el del
reloj despertador, ambos con sus encantadores atributos: el vértigo de lo táctil en
uno y la cadencia de la cuerda del otro. El niño se enfrenta a esta paradoja, a
la disyuntiva entre el control remoto y la modalidad manual, la prisa y la
interioridad. La idea es encontrar cómo adecuarse a esta tensión tan
marcada en la actualidad.
Salir a buscar la perla
Creada en 1987, la Compañía Omar Álvarez Títeres tiene en su mochila algo
más de 30 años de compromiso estético, ideológico y social. La mística que se
respira en el Centro Cultural Espacios está vinculada a no repetir siempre
una misma propuesta, a dar pasos cualitativos en la producción artística, a
generar una bisagra para lo que sigue.
En esta instancia de la charla, el titiritero recuerda a su maestro Ariel
Bufano, que solía decir: ”hay trabajos que llegan antes de tiempo”. El soldadito de plomo (1999) ilustra el
caso. Se trata de un multipremiado unipersonal, una versión original del cuento
de Hans Christian Andersen con un personaje frágil y a la vez valiente, que continúa entregando a los espectadores del mundo una experiencia teatral inolvidable. Recientemente,
fue galardonado como mejor espectáculo en el Festival Internacional de Títeres
de Shangái.
No en vano con esta obra maestra, Omar cierra la charla
La Compañía perdió con esta obra una cantidad de escuelas que nos contrataban cada año… Porque no provocaba risa, no tenía el colorete ni títeres grandes. Pero ahí está el desafío del artista, que debe bucear zonas desconocidas, salir a buscar la perla y traerla, resolver qué y cómo tiene que contar y sobre todo, abrazar el riesgo. Después de todo, la trayectoria te da la obligación de orientar el barco para otro lado. Y así como los chicos crecen, les cambia el cuerpo y hay que apropiarse de otro vestuario, del mismo modo, el teatro es así, tiene que ser así.
Tic Tac y Wifi se encuentran en un mismo mundo. Uno invade el tiempo del otro con un despliegue voraz y deslumbrante. Para proclamarse héroe, el reloj deberá ser capaz de interactuar con el teléfono sin perder de vista sus agujas...
Primer encuentro: domingo 8 de abril, 17 h. Centro Cultural de la Cooperación. ⧫
La Compañía perdió con esta obra una cantidad de escuelas que nos contrataban cada año… Porque no provocaba risa, no tenía el colorete ni títeres grandes. Pero ahí está el desafío del artista, que debe bucear zonas desconocidas, salir a buscar la perla y traerla, resolver qué y cómo tiene que contar y sobre todo, abrazar el riesgo. Después de todo, la trayectoria te da la obligación de orientar el barco para otro lado. Y así como los chicos crecen, les cambia el cuerpo y hay que apropiarse de otro vestuario, del mismo modo, el teatro es así, tiene que ser así.
Tic Tac y Wifi se encuentran en un mismo mundo. Uno invade el tiempo del otro con un despliegue voraz y deslumbrante. Para proclamarse héroe, el reloj deberá ser capaz de interactuar con el teléfono sin perder de vista sus agujas...
Primer encuentro: domingo 8 de abril, 17 h. Centro Cultural de la Cooperación. ⧫