Actores en posición de ronda, con cajas en sus cabezas. El objeto ya se presenta en la escena. Son las puertas del personaje, las que deberá abrir para ser una mejor versión de sí mismo. El punto es si se atreverá. Narradora y música también visitan el escenario, mientras el público se va acomodando -parte del elenco lo asiste- en la sala 2 del Teatro Método Kairós. La música, por lo tanto, se ejecuta en vivo, con la participación de Amanda Querales en voz, guitarra y otros instrumentos de viento y percusión. La narradora comienza: cuenta, irrumpe en la escena, se incorpora y aleja de la acción dramática; son buenos recursos de la codirección. En la escena, los actores titiriteros animan a sus personajes: el señor Odio, el señor Amor y el resto de los muñecos del reparto. Son títeres de diversas técnicas: mixtas, bocones, fantoches, decididos a conquistar la platea. En el caso del protagonista y antagonista de la historia, corresponden al bunraku (teatro de marionetas japonés), donde dos o tres titiriteros articulan extremidades y cabezas, logrando naturalidad en la composición.
La historia transcurre con gran ritmo, a lo largo de un día. Lo sabemos porque la relatora marca el paso del tiempo con un reloj, totalmente lejano al formato convencional. En cuanto al protagonista, se trata de un señor que más que odiar, no se deja querer. Enfáticamente, hace lo posible por evitar el mundo. Su madre, mujer bien particular, lo bautizó bajo ese nombre, inspirada durante un viaje a la India y anclada en una premisa bienintencionada.
El conflicto recrudece, precisamente cuando se muda al edificio su antítesis: el señor Amor, sólo dispuesto a hacer el bien. Nada lo asusta o enoja. Ninguna trampa lo espanta: ni las abejas africanas mortalmente venenosas -graciosos títeres que se bambolean a partir de un ramillete de varillas, que mueve la mano de una titiritera-, ni las abrazadoras llamas de un incendio intencional -otro procedimiento convincente, construido a puro movimiento de telas, a través de los cuerpos de los actores-. En este punto, el relato claramente atrapa al espectador.
Hacia el ocaso del día, llega el clic para el personaje. La platea de los más pequeños lo lee con humor, como alguien a quien nada le viene bien, mientras que los más grandes -que pueden comprender los textos empapados de la reflexión amorosa- lo empiezan a mirar con empatía. Un racconto breve nos trae un fragmento de su infancia, una partida inesperada de Cupido...
El señor Amor, incorruptible, descubre cartas que el señor Odio nunca abrió, porque su corazón literalmente estaba blindado. Tiempo atrás, su doctora -titere muy atractivo- escribirá en su historia clínica (sobre un teclado hecho con una simple huevera de cartón): "rara enfermedad". La causa: ocultar sentimientos por siempre jamás. Esta escena es clave y relevante para la comprensión del personaje y, paralelamente, da cuenta del ingenio en la técnica elegida para validar emociones: una radiografía transparenta el latir de un corazón oscuro.
La puesta acontece sin bache posible. No hay lugar para el aburrimiento. Por momentos, todo el elenco de Scenik-arte visita la escena para rescatar al personaje de su propia prisión. El retablo, sobre ruedas, permite ágiles cambios de escenografía. Hay, sin embargo, otros escenarios, planos y desplegables, donde títeres de pequeño tamaño, se asoman a su turno. Los miedos suben al escenario para ser transformados lúdicamente, y el final, haciendo gala del teatro en el teatro, depara sorpresa.
Basada en el texto premiado del joven autor venezolano Oswaldo Maccio, la versión resulta una interesante adaptación para el teatro de títeres y objetos, con muy buenas actuaciones y una codirección inteligente. También, es una gran oportunidad para el encuentro con la música y los modos de ser de otra cultura. ⧫
👏 ATRAPANTE
Por Patricia Lanatta
Por Patricia Lanatta
➤DOMINGOS, A LAS 15 H.
➤EL MÉTODO KAIRÓS (El Salvador 4530, CABA)
➤Entradas por http://www.alternativateatral.com/
➥EL DÍA QUE CAMBIÓ LA VIDA DEL SEÑOR ODIO
Edad sugerida/ Desde 5 años.
Compañía/ Agrupación Scenik-arte
Adaptación del texto de Oswaldo Maccio/ Mariana Calderón, Vanessa León Linares
Intérpretes/ Milagros Duran, Lautaro Ayerdi, María Fernanda Esparza, Diana Carolina Martínez, Mariana Calderón
Técnicas/ Bunraku, fantoche, títere bocón, mixtas
Escenografía/ Yuruani Rodríguez
Objetos/ Yuruani Rodríguez, Carlos Enrique Vargas
Diseño y realización de vestuario, diseño de iluminación: Ingrid Ross
Realización de títeres/ Milagros Duran, Vanessa León Limares, Ingrid Ross
Entrenamiento con títeres/ Vanessa León Linares
Música en vivo/ Amanda Querales
Diseño gráfico/ Wilfredo Parra
Utilería/ Alba Luna Pantin Rodríguez, Yuruani Rodríguez, Ingrid Ross
Asistencia de vestuario/ Milagros Duran
Asistencia de Producción/ Leonardo Luraghi
Asistencia de dirección/ Juan Salas
Producción general/ Mariana Calderón
Dirección de Arte/ Yuruani Rodríguez, Ingrid Ross
Dirección/ Mariana Calderón, Vanessa León Linares
Prensa/ Prensópolis