El amor es un arte, nos lo apuntó en 1956, Erich Fromm. Claramente, amar implica una obra a lo largo del tiempo y a veces, duele. Gabriela Romeo, la autora de esta versión, originalmente pensada para un personaje ventrílocuo y luego reescrita para un titiritero, navega por estas aguas profundas. Lo interesante es la poética que aplica el espectáculo, la del clown, que permite reírnos y, al mismo tiempo, reflexionar.
Tony es un artista de varieté en sus 50 y el cansancio lo alcanza cuando sus chistes, acompañado por su partenaire, ya no entretienen en el cabaret. Está en pareja desde hace largo rato, pero cayó en un vacío y no la puede ver. Entonces, como un refugio existencial, crea un personaje femenino, Luly, que contiene todo lo que debe tener para hacerlo feliz. Es más, se reasegura así, que jamás lo abandonará. El personaje títere -de manipulación directa- tiene glamur, ingenio, inteligencia y mucha seducción. Por su parte, Dora, la pareja de Tony, es sin duda, quien más ama, con el paso de los años y el agotamiento de horas en la cocina, para sostener el hogar cuando el arte no lo consigue.
Los personajes se mueven en un dispositivo de circo, en sintonía con la poética, y desde ahí brillan en sus actuaciones en una historia que no es real, ni posible, ni probable, pero que permite cavilar con creces, desde la metáfora.
La puesta está suspendida entre la década de los '50 y '60, el vestuario, maquillaje y accesorios tienen ese señalamiento y la música de varieté remata la estética. El ritmo es sostenido, tiene el ADN de Claudio Martínez Bel, con toda su expertise teatral en tanto camino recorrido y logrado.
Román Lamas compone a Tony y Luly, en una doble interpretación simultánea. Durante todo el espectáculo, dialoga con Luly y Dora, desde Tony, y con Dora y Tony, desde Luly. Su trabajo de disociación es estupendo. La labor vocal es asombrosa en esa triangulación de personajes. Esta ponderación se extiende a la gestualidad toda del títere: la mirada altamente seductora, a través de sus ojos de telgopor; menear su "cabecita de papel maché"; agitar la melena blonda; enfrentar a Dora, como si fuera la dueña de su creador. Y más.
Claramente, para quienes conocemos el teatro de títeres y objetos, Román Lamas es un artista magnífico. Uno podría decir que su talento no sorprende, sin embargo, sigue dando en cada labor una vuelta más. Mara Mantelli -pareja en la escena y en la vida real- es actriz, acróbata y bailarina y, en este trabajo, brinda una payasa deliciosa, con sus movimientos graciosos y ojos bailoteantes. También manipula el objeto: una manopla de cocina es un joven apuesto, rubio, de ojos verdes, con biceps y triceps envidiables, dispuesto a amarla. Planteado desde la narrativa y el simple gesto, el espectador lo ve. El pacto es verosímil. De a ratos, Mantelli también articula a Luly: la amenza de su vida..
Y así transita la historia, con humor inteligente y buen gusto. Myrna Cabrera asiste la dirección y se ocupa además, de la dirección de los títeres. Es visible su sello agudo y refrescante. Mientras tanto, el triángulo amoroso crece en sus aristas y algo habrá que hacer para superar la crisis. En definitiva, si los amantes tienen la capacidad de buscar más allá de ellos mismos, la llama tiene la chance de volver a arder. La resolución escénica del conflicto es formidable. ⧫
👏 FORMIDABLE
Por Patricia Lanatta
JUEVES DE ABRIL Y MAYO, 21 h.
➤TEATRO BECKETT
(Guardia Vieja 3556, CABA)
➤Entradas
➥CABECITA DE PAPEL MACHÉ
Autora/ Gabriela Romeo
Intérpretes/ Mara Mantelli, Román Lamas
Diseño de escenografía/ Claudio Martínez Bel
Realización de escenografía/ Román Lamas, Claudio Martínez Bel
Realización de títeres/ Román Lamas
Vestuario/ Silvia Cortés
Diseño de iluminación/ José Binetti
Música/ Federico Figueroa
Puesta y dirección general/ Claudio Martínez Bel
Asistencia de dirección y dirección de títeres/ Myrna Cabrera
Fotografía/ Paco Fernández
Producción/ Adriana Yasky
Prensa y Comunicación/ Daniel Franco