Horacio Quiroga, coloso del cuento latinoamericano, escribe el relato, publicado en el diario La Nación, en 1920, y en el libro El desierto, en 1924, desde su enorme conocimiento de la selva misionera y fascinado por ésta, donde se instala complacidamente y por elección, hasta su trágica muerte. En línea con escrituras geniales, Mauricio Kartun echa mano del texto, a pedido de la Universidad Nacional de San Martín, para construir la versión escénica, que tiene su puesta en escena en 2015, bajo el título Salvajada, con dirección de Tito Lorefice y Hernesto Mussano en una recordada y valiosa versión con actores y títeres.
Hoy, es Luis Rivera López quien penetra en el texto, con la claridad de un felino a la hora de atrapar su presa, acompañado por la impecable produción del Teatro Nacional Cervantes. Pero ¿cómo mostrar a Juan Darién, de manera de no alterar su esencia, de no caricaturizarla, cómo desentrañar un personaje que muta de lo animal a lo humano y de regreso a su identidad? Y por añadidura, ¿cómo invitar al espectador a reflexionar sobre las distintas lecturas sobre el salvajismo de un hombre cercano, contemporáneo? Tamaña tarea.
El trabajo de Rivera López es el de un artista investigador, vestidura que porta desde el mismo nacimiento de su Grupo de pertenencia, el emblemático Libertablas. El director ingresa en el relato y descubre su oscuridad, con todas sus verdades, atroces. Se vale de un elenco de actuaciones que bajo su batuta, lucen un desenvolvimiento francamente coreográfico. Danzan sus textos con sus cuerpos. Se une en este punto, la labor de Marina Svartzman, que descifra la potencialidad corporal de los actuantes, en la búsqueda de la máxima expresión.
Salvajada ostenta un gran equilibrio entre la actuación y la interpretación titiritera, esta última acontece en la figura de la Pitonisa, encarnada por la gran actriz Mónica Felippa, como extensión de ésta. Es la serpiente que conoce los misterios de la vida, por tanto, es omnisciente y se señorea sobre todo el escenario y aún más. Narra para el público y es muy próxima a Juan Darién. Lo resguarda.
Salvajada ostenta un gran equilibrio entre la actuación y la interpretación titiritera, esta última acontece en la figura de la Pitonisa, encarnada por la gran actriz Mónica Felippa, como extensión de ésta. Es la serpiente que conoce los misterios de la vida, por tanto, es omnisciente y se señorea sobre todo el escenario y aún más. Narra para el público y es muy próxima a Juan Darién. Lo resguarda.
Vuelvo al títere, que también aparece en el comienzo de la obra y de la mano de Pablo Mariuzzi, como aquel cachorro de yaguareté que a través de un amor maternal, cobra forma humana. Más tarde, el títere reaparece y se queda para decir, bajo las formas de los siameses albinos, la mujer barbuda y el hombre rata, figuras que por distintas, hacen lazo con Juan, pero que al no tener pares, son condenadas a ser rarezas en la espectacularidad de la carpa de un circo. Alejandro Mateo pone su sello en el diseño; la construcción y manipulación esculpen las formas.
Como contrapartida, Juan sí tiene la chance de salir del lugar equivocado, sí tiene un atajo para ser libre. Pero ¿qué representa el personaje de Quiroga, enriquecido por Kartun y construido por Rivera López?
Es el diferente, del que poco se sabe. Un día llega asustado y perseguido, a la casa de la joven viuda de Darién -Valentina Bassi-, en pleno duelo por su bebé muerto, a causa de la viruela que vació el pueblo. Su maternidad, intacta, lo adopta y el cuento fantástico lo humaniza.
El ritual de bienvenida al pequeño tigre, en el intercambio sanador de una vida por otra, es un pasaje conmovedor, interpretado por las actrices Mónica Felippa y Valentina Bassi.
Entre tanto, Juan crece, lo fortalece el afecto, inmenso. Asiste a la escuela y se compromete a no enojarse nunca, a acallar su instinto, ignorante de su origen. Error feroz.
Valentina Bassi y Pablo Mariuzzi:
madre e hijo tigre
Es interesante al comienzo de la función, cómo el objeto plantea el conflicto entre civilización y barbarie: el rumor se acrecienta en el interior de las casas, que desfilan de la platea al escenario, señalando la voracidad del otro.
Pablo Mariuzzi es Juan Darién y lo compone de modo extraordinario. Transmite al espectador una paleta de estados que lo atraviesan certeramente, que comparten con él. Enjaulado, una expresividad animal se dibuja, desde su larga y esbelta silueta. Teatra fantásticamente el texto y su sentido. Por cierto, en la escena del circo, cuando lo atrapan y queda en cautiverio, el actor se luce espléndidamente, en ese encuentro con su propia identidad. Por su parte, Carlos Belloso interpreta al inspector y domador de fieras y lo logra en actuaciones potentes, que manifiestan la hipocresía y la crueldad.
Pablo Mariuzzi es Juan Darién y lo compone de modo extraordinario. Transmite al espectador una paleta de estados que lo atraviesan certeramente, que comparten con él. Enjaulado, una expresividad animal se dibuja, desde su larga y esbelta silueta. Teatra fantásticamente el texto y su sentido. Por cierto, en la escena del circo, cuando lo atrapan y queda en cautiverio, el actor se luce espléndidamente, en ese encuentro con su propia identidad. Por su parte, Carlos Belloso interpreta al inspector y domador de fieras y lo logra en actuaciones potentes, que manifiestan la hipocresía y la crueldad.
"Soy de la capital pero sé comprender bien las realidades de tierra adentro... O de campo afuera... Nunca sé muy bien donde ponerlos a ustedes...", dispara desde su rol vigilante, marcando distancias entre él y los otros, presumiendo con el aroma de su colonia, "La Franco Inglesa", empapada en su pañuelo, como signo de correspondencia a un otro estamento. Luego, los latigazos sobre Juan resuenan en la butaca, reconfirmando los dotes actorales de ambos intérpretes.
y perros cazadores para el domador
La puesta deposita en la máscara un recurso eficaz, que no necesita de la palabra; la iluminación la potencia. En la oscuridad de la selva, sólo vemos los rostros de la manada y su fulgurante mirada, con sus movimientos ondulantes, espaciados y precisos, para sobrevivir el gatillo humano.
"... Donde no ha habido respeto termina siempre habiendo miedo". La frase se sumerge en la Sala María Guerrero y hace eco en el espectador. El maltrato genera siempre una consecuencia.
"... Donde no ha habido respeto termina siempre habiendo miedo". La frase se sumerge en la Sala María Guerrero y hace eco en el espectador. El maltrato genera siempre una consecuencia.
El público que, desde el estreno, colma la Sala de jueves a domingo, aplaude largamente, se pone de pie, se emociona. Probablememte, proyecta su propia oscuridad, sin embargo, hay algo más, inefable. El espectador comprende todas las capas de lectura del texto, metafórico, formidable. Por un lado, Juan Darién puede ser otro, puedo ser yo, quien está a mi lado. Cualquier rasgo distintivo puede despertar la salvajada de un conjunto de "iguales", por un rato. Lo dice la canción: Ni ojo por ojo, ni diente por diente, la culpa siempre es del diferente.
Por el otro, Juan Darién descorre lo brutal en lo humano, dicho de otro modo, hace visible la ferocidad que acometen los hombres, cuando los gana el miedo. La revelación es imponente. Entonces, la emoción tal vez provenga de esta sensación colectiva, que nos une brevemente.
A más de cien años de su creación, el cuento quiroguiano sigue vigente y el teatro lo actualiza. ⧫
👏 IMPONENTE
Por Patricia Lanatta
➥SALVAJADA
Dramaturgia/
Mauricio Kartun, a partir del cuento Juan Darién, de Horacio Quiroga
Elenco/
Valentina Bassi, Carlos Belloso, Mónica Felippa, Diego Ferrari, Carolina Guevara,
Pablo Mariuzzi, Gustavo Masó, Julieta Rivera López, Carolina Tejeda, Blanca Vega
Diseño de iluminación/
Jorge Rivera López
Dirección musical y música original/
Daniel García
Diseño de escenografía, vestuario y títeres/
Alejandro Mateo
Realizadores de títeres/
Jorge Crapanzano, Juan Bernabé Castillo, Manuela Mateo, Guillermo Bechthold,
Francisco Sánchez Recondo
Preparación vocal/
Fernanda Lavia
Preparación fíisca y coreografía/
Marina Svartzman
Coordinación de talleres y realización, supervisión y mantenimiento de títeres/
Andrés Manzocco
Coordinación artística general/
Sergio Rower
Dirección y puesta en escena/
Luis Rivera López
Asistencia de dirección TNC/
Marcelo Méndez, Alejandro Pellegrino
Producción TNC/
Silvia Oleksikiw
Producción en funciones/
Anabella Zarbo Colombo
Fotografía/
Gentileza TNC/ Mauricio Cáceres
Funciones/
De jueves a domingo, 20 h.
Teatro Nacional Cervantes
Libertad 815, CABA
Entradas/